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Foto del escritorAlejandro Moro

El camino a la fertilidad

Ya hemos hablado de cómo la tierra resulta en realidad la protagonista de todo el proceso de vida. La planta se constituye de la unión de diversos elementos (hasta 20) en la que los minerales del suelo juegan un papel fundamental. La fertilidad de la tierra no es otra cosa que la capacidad de ésta a la hora de nutrir a las plantas que la habitan. Pero ¿cuándo podemos decir que una planta está bien nutrida?

Podría pensarse que una planta está bien nutrida cuando tiene todos los nutrientes que necesita a su alcance. Esto no puede negarse, pero la respuesta no llega a estar completa. Una planta está bien nutrida cuando es capaz de metabolizar de manera eficiente los nutrientes que absorbe. ¿Qué se quiere decir con esto?Ampliemos nuestra perspectiva.

Es de vital importancia entender que la vida en nuestro planeta posee una sabiduría de 3.500 millones de años. Fijémonos qué porcentaje de este tiempo corresponde a la vida humana, a la sociedad actual incluso. Cada suelo, cada planta, cada bacteria y cada mineral se distribuye conforme a una serie de patrones y equilibrios mutuos que han llevado mas tiempo del que podemos imaginar. Por eso, cuando en nuestro huerto, en nuestro jardín o en nuestra maceta añadimos un abono fertilizante a base de nitrógeno, fósforo y potasio estamos proponiendo un equilibrio muy diferente al que las plantas que cultivamos han estado acostumbradas (la primera célula vegetal en tierra se dio hace 472 millones de años aproximadamente). Por eso, con el paso de los años (de un lustro a una década), todo agricultor se da cuenta de que cada vez tiene que aportar más abono químico, sin que (a partir de un techo de rendimiento) su cosecha dé mas producción. Es decir, su tierra está perdiendo su fertilidad natural. Los seres vivos que la habitan han perdido sus condiciones de equilibrio y los minerales que hay en él se encuentran descompensados.

No se me ocurre una referencia mas seria que Masanobu Fukuoka a la hora de plantear las bases de una agricultura natural para fomentar la fertilidad de la tierra; estas base serían:

  1. No laboreo de la tierra (no labrar, ni voletar la tierra de cultivo).

  2. Ningún uso de fertilizantes, pesticidias o herbicidas de síntesis química.

  3. Devolución o aportes de materia orgánica al suelo de forma continuada.

  4. Permitir la biodiversidad.

Estos cuatro fundamentos los trataremos de manera individual en próximos artículos.

Autor: Alejandro Moro

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