De entre las diversas indicaciones que existen para el trasplante, hay una que suele dejarse en el tintero: el endurecimiento del plantel en los días previos.
Dada la extraordinaria capacidad que tiene una planta para adaptarse a las limitaciones de su entorno (trasplantes, sequías, podas...) a menudo podemos caer en el error de no entender que las plantas tienen sus limitaciones. Esto en el huerto cobra especial importancia.
El trasplante es uno de los momentos más críticos en la vida de las plantas que cultivamos. Normalmente la planta deja de estar protegida de los elementos y se encuentra de golpe frente al calor del sol, la intensa lluvia, los vientos, el frío de la noche etc, Cuando una planta no ha tenido un período mínimo de endurecimiento corre el riesgo de entrar en un shock que le lleve a morir o a pausar su crecimiento (hasta recuperarse) varias semanas. Esto provoca un retraso signficativo en su fase de desarrollo y retrasa la cosecha varias semanas, un hecho que en otoño puede significar la pérdida de dicha cosecha debido a la bajada de temperaturas.
Para endurecer el plantel antes del trasplante podemos exponer gradualmente a la planta a medidas más cercanas al exterior. Unos diez días (mínimo una semana) antes de la fecha de trasplante iremos sacando al exterior nuestro plantel durante el día. Cuando llegue la noche podemos mantenerlas resguardadas de los elementos. Si la noche es cálida, podemos dejarlas en un lugar resguardado del viento. Esto genera una planta con mayor cantidad de fibra y una masa foliar más endurecida, recursos que permitirán una adaptación mucho mayor a su lugar definitivo en la huerta.
Por supuesto, para que el trasplante sea armonioso no debemos olvidar una abundante humedad en la tierra y una adecuada fertilidad (puedes ver más información sobre fertilidad en este enlace: https://www.agriculturalasemilla.es/post/fundamentos-para-la-fertilizaci%C3%B3n-org%C3%A1nica).
El trasplante es un momento de gran belleza,
¡no temas al frío y atrévete a cultivar en otoño!
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