Los grupos de consumo siguen siendo una forma de organización en torno a la alimentación muy marginal en España. Son pocas las personas que conocen y comprenden la esencia de un grupo de consumo, y son todavía menos aquellas que forman parte de uno.
De forma breve vamos a resumir aquellas virtudes y elementos positivos a nivel individual y colectivo que se crean cuando formamos parte de uno de estos grupos.
A nivel individual
El primer efecto que tiene ser parte de un grupo de consumo es la mejora en la alimentación de uno mismo y de las personas con las que compartimos la cesta.
Al tratarse de verdura cultivada de manera orgánica, ésta se encuentra libre de toda sustancia química perjudicial para la salud: cero pesticidas, cero herbicidas y cero abonos químicos que se acumulan en el organismo y terminan provocando diferentes enfermedades. Por otra parte, el hecho de que la verdura se cultive de forma local implica que las verduras permanecen hasta el punto adecuado de maduración el suelo. Esto potencia el sabor y la acumulación de nutrientes en el alimento, repercutiendo así en la salud del cuerpo.
Por último, y no por ello menos importante, formar parte de una comunidad de personas que deciden apoyar cada semana a una pequeña granja local ha supuesto, al menos para nosotros y para muchas personas que hemos conocido en estos años, un aumento en la satisfacción de adquirir y consumir alimento. Puede crear una idea más profunda y positiva de lo que es la alimentación, y puede ayudarte a conectar con la naturaleza y todos los elementos que han hecho posible que la cesta se llene de verduras.
A nivel colectivo
Aunque no aparezca con frecuencia en las noticias, debemos decirte que el sistema agrícola actual no solamente está fracasando a la hora de alimentar a la población, sino que, además, supone el principal factor de contaminación de aguas y empeoramiento del cambio climático. Los suelos pierden fertilidad, los campesinos y las campesinas ven quebrar sus granjas, y cada vez son más las personas que se tienen que ver desplazadas por estos motivos. Lo creas o no, al formar parte de un grupo de consumo estás promoviendo un tipo de relación entre quienes cultivamos y la población mucho más sólido y resiliente. Así, agricultores a pequeña escala como nosotros no tenemos que depender de grandes empresas que nos presionen con bajos precios. Así, podemos cultivar una extensión pequeña de manera sostenible, más respetuosa y cuidadora de la salud de la tierra. A nivel colectivo resulta vital fomentar el cultivo local. Porque si el abastecimiento de alimentos a la población no se sostiene desde los propios recursos locales es imposible garantizar con seguridad esa disponibilidad. Solamente si el cultivo es local y autónomo la alimentación de la población del lugar se ve traducida en un derecho humano tan básico.
Cuantas más personas en todas las partes del planeta apostemos por este modelo, antes podremos hacer frente a los desafíos del cambio climático, la gestión de agua, la desertización, el hambre o la soberanía alimentaria.
Y recuerda: cuando llueve, el bosque se empapa gracias a millones de gotas de agua.
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