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Cambio agrícola (y social) frente al cambio climático

No parece necesario extenderse demasiado a la hora de resumir los desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad. Baste tal vez un pequeño resumen para intentar trazar una imágen global de nuestras debilidades y cómo están relacionadas. En este caso me centraré en el ámbito más agrícola y medioambiental. A modo de resumen, el estilo de consumo y la forma de funcionar de amplias zonas en el mundo occidental está provocando varios efectos relacionados. Los niveles de gases nocivos para el funcionamiento normal del planeta en su conjunto (entre ellos dióxido de carbono, metano, óxido nitroso) están provocando un aumento notable de la temperatura así como aumento de los períodos de sequía y fenómenos meteorológicos extremos. Esto tiene como consecuencia el aumento de las pérdidas de cosecha, cada vez más incendios, desertificación (pérdida de la capacidad de los suelos de alimentarnos entre otras cosas), sequía etc. A su vez, nos enfrentamos al agotamiento (de nuevo por el nivel de vida que existe en buena parte de los países occidentales) de recursos energéticos que amenaza con desestabilizar buena parte del sistema productivo global, incluida una agricultura totalmente dependiente de los combustibles fósiles para poder usar los tractores, fertilizar, aplicar herbicidas o plaguicidas. Por último, no debemos olvidar que la agricultura convencional a día de hoy genera más del 20% de los gases de efecto invernadero. La conclusión a todo esto es que el modelo de agricultura actual no solamente está a punto de colapsar por su dependencia de los limitados combustibles fósiles y los efectos del cambio climático, sino que, además, está contribuyendo muy significativamente al propio colapso del medio natural. ¿Somos realmente conscientes de esto cuando acudimos al supermercado a comprar fruta y verdura?


Esperanza en momentos de crisis

Existe un dato, entre otros tantos, que es llamativo e invita, si no al optimismo, al menos a seguir avanzando. Si en todas las tierras que se cultivan en el mundo el nivel de materia orgánica (carbono al fin y al cabo) se incrementara un 1,5% el suelo absorbería prácticamente la totalidad del dióxido de carbono que está provocando el efecto invernadero y fomentando el cambio climático. Eso no significa que el cambio climático se revirtiera de golpe. No funciona así el planeta tierra. Pero sería un elemento moderador de los efectos que estamos generando. Y a la larga podría ser una de las soluciones más determinantes.


¿Otro motivo para la esperanza? Si bien todavía somos "marginales", cada vez es mayor el número de granjas y huertas pequeñas que estamos consiguiendo cultivar la tierra sin químicos ni tóxicos, incrementando los niveles de materia orgánica y la fertilidad del suelo, siendo prácticamente independientes de la disponibilidad de combustibles fósiles, recuperando las poblaciones de polinizadores que tanto están menguando etc. Dicho esto, no pequemos de ingenuidad. En España el número de huertas que funcionan y comercializan a pequeña escala es una minoría.


¿Qué puedes hacer TÚ?

Hablo desde la experiencia. Comprar alimentos ecológicos en grandes supermercados no cambia nada. Incluso si compras en tiendas ecológicas (sin conocer el origen) te recomiendo que preguntes. Quien cultiva sigue dependiendo de la gran superficie. Se tiende al monocultivo (un solo cultivo plantado a lo largo de miles de metros cuadrados) y con ello al escaso o nulo cuidado de la tierra y la biodiversidad. Es mejor comprar ecológico sin duda. Pero no va a cambiar el paradigma.

Como sociedad se hace imprescindible avanzar hacia un modelo de agricultura a pequeña escala, con pequeñas granjas y proyectos que venden directamente a las personas de su entorno. Sin químicos, sin dependencia de los combustibles fósiles, sin pesticidas, cuidando de la tierra, cuidando de las personas y de la sociedad desde la base: la producción justa y democrática de alimentos y el fortalecimiento de nuestro medio natural.

Te animo a que busques en tu entorno proyectos de este tipo, ya sea en mercados agroecológicos de pequeños productores o grupos de consumo.

Te animo también a que seas consciente de que el motor del cambio, o al menos una parte fundamental del mismo, es la ciudadanía. Es cada persona que abre su cartera para financiar un tipo de agricultura u otra. Y hasta que la sociedad no comience a demandar en serio este tipo de agricultura la esperanza se quedará en palabras.

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